Mi abuela siempre coleccionó cabezas de muñecas viejas y su juego favorito era coserle los cuerpos y vestidos con retazos de tela; me gustaba esa ternura macabra con que reconstruía y desmitificaba el fetiche de la barbie; a mi hermanita nunca le gustaron y era de esperarse, entraba en pánico cada vez que recibía una de esas, creo que mi abuela sabia eso y cada muñeca resultaba ser mas aterradora que la anterior, eran pequeños monstros de la razón rondando la casa de bareque en donde se criaron 11 tios y 35 primos. Todos crecimos, todos nos fuimos, la abuela, la casa, las muñecas de trapo y sus cabezas recicladas… por una extraña razón unas tijeras aparecieron abandonadas sobre un ladrillo... pero esa es otra historia…
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